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Cómo afectan las estaciones más frías al estado de ánimo

     El TAE (Trastorno Afectivo Estacional) afecta a entre el 1 y el 10% de la población, según el National Institutes of Health

Con la llegada del otoño y del invierno, el acortamiento de los días se convierte en un fenómeno que no solo modifica el clima, sino que también ejerce una profunda influencia en el bienestar emocional y mental. A medida que los días se vuelven más cortos y las noches más largas, ciertas personas experimentan cambios significativos en su estado de ánimo y energía. Este fenómeno es conocido como Trastorno Afectivo Estacional (TAE).

El TAE es un desorden que, acorde al National Institutes of Health, afecta a entre el 1 y el 10% de la población y se caracteriza por la aparición de síntomas de depresión que tienden a repetirse de manera estacional, de forma cíclica, y que remiten en la primavera o el verano, y de forma más frecuente que episodios depresivos previos que pueda haber tenido la persona.

“Los síntomas del Trastorno Afectivo Estacional incluyen tristeza persistente, fatiga abrumadora, cambios en el apetito, dificultad para concentrarse, aislamiento social y alteraciones en el sueño, todos relacionados con la disminución de la luz solar de los meses de otoño e invierno. Estos signos impactan especialmente en la vida cotidiana y las relaciones personales. Por lo tanto, cabe destacar que el TAE no es una simple melancolía invernal, sino una afección clínica que requiere atención y tratamiento”, añade María Calle, psicóloga de bluaU de Sanitas.

Ante esta situación, los expertos de Sanitas han elaborado una serie de recomendaciones con el objetivo de prevenir o reducir las consecuencias del Trastorno Afectivo Estacional:

Exposición a la luz solar: aprovechar al máximo la luz natural durante los días de invierno, así como pasar tiempo al aire libre durante el día, abriendo las cortinas y persianas cuando se esté en el hogar para dejar entrar la luz.

Ejercicio regular: mantener una rutina de actividad física regular es aconsejable, ya que con ello se generan endorfinas y se mejora la salud física, teniendo un efecto directo en el bienestar emocional. 

Gestión del estrés: las técnicas de relajación, como la meditación y la respiración profunda, son buenas opciones para reducir el estrés, ya que éste puede recrudecer los signos de este trastorno.

Mantenimiento de las relaciones sociales: eludir el aislamiento social y conservar el contacto con amigos y familiares. Para ello, es interesante participar en reuniones sociales que ayuden a contrarrestar la tendencia a la incomunicación.

Planificación de proyectos: garantizar una agenda ocupada con actividades disfrutables y establecer metas alcanzables para los meses de invierno mejora el sentido de propósito y previene la apatía.

Terapia de luz y terapia cognitivo-conductual: en último lugar, si se experimentan indicios significativos de TAE, lo mejor es comentarlo con un profesional de la salud, ya sea de manera presencial o a través de videoconsulta, para que estudie la situación y evalúe la necesidad de comenzar una terapia psicológica (acompañada o no de un tratamiento farmacológico o Vitamina D). De forma específica, puede emplearse la fototerapia, que consiste en el uso de una lámpara de terapia de luz, que emite luz brillante y artificial que imita la luz solar; o la terapia cognitivo-conductual, que se centra en identificar y cambiar patrones de pensamiento negativos o irracionales y comportamientos poco saludables. Ambas pueden mejorar significativamente la calidad de vida de los afectados.

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